¿No es asombroso ver cómo se produce
el cambio de una cosa a otra? De un gusano nace una mariposa, que
hace nacer a un gusano, que se convierte en mariposa y hace crecer
otro gusano...
Pero, ¿y nosotros? Un día salimos a
la calle, somos capaces de estar hablando con una misma persona
durante horas, día tras día; siempre parecemos encontrar tema de
conversación... Y un día, sin previa disputa, sin largo tiempo sin
vernos, sin ningún antecedente, parece que nos ha poseído el
silencio. ¿Cómo puede ser que ya no tengamos qué decir? ¿Cómo un
“a dónde vas” o un simple “cómo estás” pueden ser tan
difíciles de contestar cuando tanto has hablado? La sola presencia
se hace extraña. Y sin embargo; como el gusano que de nuevo da lugar
a una mariposa y ésta a otro gusano iniciando un ciclo sin fin;
podemos mañana, tener mil tonterías para hablar de nuevo, como si
fuese un telón por el cual cuesta dejar pasar las palabras, pero que
continuamente alguien corta e inmediatamente alguien cose, creando
aquí otro ciclo sin fin.